viernes, 19 de agosto de 2011

¿Qué es la Plasticidad Neuronal?

La plasticidad neuronal, también denominada neuroplasticidad, plasticidad neural o plasticidad sináptica, es la propiedad que emerge de la naturaleza y funcionamiento de las neuronas cuando éstas establecen comunicación, y que modula la percepción de los estímulos con el medio, tanto los que entran como los que salen. Esta dinámica deja una huella al tiempo que modifica la eficacia de la transferencia de la información a nivel de los elementos más finos del sistema. Dichas huellas son los elementos de construcción de la cosmovisión, en donde lo anterior modifica la percepción de lo siguiente, o también una neurona plástica.


Introducción 
 
El cerebro es considerado, en el caso de la plasticidad neuronal, como un órgano extremadamente dinámico en permanente relación con el ambiente, por un lado, y con los hechos psíquicos o los actos del sujeto, por otro. Esto significa que la red neuronal es extremadamente sensible a los cambios y a la contingencia. La interacción de los diferentes acontecimientos acaecidos en las distintas zonas de la psiquis, modula el acontecimiento y las potencialidades de la experiencia, que siempre pueden modificar el estado anterior.


Generalidades

Toda célula posee propiedades  electrolíticas, reguladas por iones comunes al ambiente y la zona de su localización dentro del sistema homeostático. La diferencia de potencial que aparecen entre el medio y el interior celular se compensan por la precipitación de ciertas moléculas que se acoplan en la membrana plasmática. La interacción entre estas moléculas y la membrana, tiene como efecto la emergencia de la propiedad denominada permeabilidad selectiva, creando una apertura denominada canal. Dependiendo de la molécula que se acople a ese receptor, junto con otras variables del medio, la célula recibirá un tipo de información concreta que le indicará el tipo de proteína a codificar. Este tipo de información se denomina señal de pervivencia. Sin estas señales, un programa genético sano codificará la información que provocará la muerte celular.

Transmisión de la señal en la sinápsis quimica

Las propiedades electrolíticas de la neurona vienen dadas por la existencia de calcio y sodio en el líquido cefaloraquideo, solución que envuelve a todo el sistema nervioso central (SNC) y que por ende pone en contacto la parte externa de la célula con el resto del sistema homeostático. El potasio se encuentra en el citoplasma y es el resultado de la actividad metabólica de la célula. El potasio forma iones positivos, mientras que el calcio y el sodio lo hacen de forma negativa con respecto al potasio. Cuando un impulso presináptico alcanza el umbral minimo de disparo, una gran cantidad de iones de calcio se difunden a través de los canales de la membrana celular presináptica. Esto a su vez provoca un cambio de potencial entre el interior de la célula y el espacio sináptico, lo cual provoca que las vesículas sinápticas se difundan en la membrana liberando moleculas en el espacio sináptico, denominadas neurotransmisores . En la membrana existen ciertas estructuras proteicas denominadas canales ionicos. La llave es la molécula que se acopla a ese receptor. Finalmente, la célula postsináptica recibirá un tipo de información concreta que le indicará el tipo de tarea metabólica a realizar. Según los mecanismos disparados por esta acción, pueden producirse cambios metabolicos y estructurales a corto o largo plazo, que modifiquen la fuerza de conexión de las dos neuronas.


jueves, 18 de agosto de 2011

¿Qué es la Integración Sensorial?

La integración sensorial es un proceso complejo que permite a una persona tomar, organizar e interpretar información que recibe de su cuerpo y del mundo externo. Este proceso neurobiológico innato permite al cerebro integrar e interpretar estimulos sensoriales.

Toda la información que nos llega del ambiente la recibimos a través de nuestros sentidos sensoriales. Por ejemplo para saber si la sopa esta fria o caliente, si nos duele la picadura de una abeja y tambien cosas como donde estan nuestros brazos y piernas y como acomodar nuestro cuerpo para sentarnos en una silla. Estos procesos sensoriales ocurren dentro del sistema nervioso a un nivel inconsciente. Si bien conocemos los sentidos del gusto, olfato, tacto, visión y audición, muchos de nosotros desconocemos otras experiencias sensoriales que nuestro sistema nervioso tambien recibe e integra tales como el sentido del movimiento, la percepción corporal, y la fuerza gravitacional.

El eficiente uso de informacion sensorial nos permite funcionar de una manera armonica y organizada en nuestra vida diaria.

La mayoria de las personas naturalmente obtienen de sus experiencias diarias una adecuada "dieta sensorial" que nutre su sistema nervioso y les permite crear circuitos saludables. Los niños obtienen "alimento" para su cerebro, de experiencias cotidianas como hamacarse, trepar, amasar plastilina o jugar con arena. Sin embargo, aquellos niños con "disfunciones en la integración sensorial" malinterpretan los estimulos sensoriales que le llegan a travez de sus sistemas sensoriales y a menudo reaccionan en forma desmedida o inadecuada.

La teoría general de integración sensorial fue desarrollada por la Dra. Anna Jean Ayres, de los Estados Unidos, quien después de obtener su licenciatura en Terapia Ocupacional y un doctorado en Psicología Educacional de la Universidad del Sur de California, comenzó trabajos de post-grado en el Instituto de Investigación Cerebral de la Universidad de California en Los Angeles. Allí ella comenzó a formular su teoría de disfunción en integración sensorial, entre los años 1960 y 1970. Previo al hito marcado por el trabajo de investigación de la Dra. Ayres los niños que tenían disfunciones en integración sensorial sufrían de una disabilidad que era malentendida y malinterpretada. A travéz de su investigación la Dra. Ayres logró descubrir que estos niños tenían un desorden neural que resultaba en una organización ineficiente de la recepción sensorial captada por el sistema nervioso. Ella desarrolló herramientas diagnósticas para identificar este desorden y propuso un acercamiento terapeútico que transformó a la Terapia Ocupacional pediátrica. En el años 1977 la Dra. Ayres abre su clinica en el sur de Califronia, para la evaluación y tratamiento específico de estos niños asi como para el entrenamiento de profesionales.

La integración sensorial se centra primariamente en tres sentidos básicos: táctil, vestibular y propioceptivo. Estos tres sistemas empiezan a funcionar muy temprano en la vida incluso antes del nacimiento y continúan desarrollándose a medida que la persona madura e interactúa con su medio ambiente. Por ejemplo el sistema vestibular es uno de los primeros en desarrollarse y alcanza su madurez alrededor de las 28 semanas de gestación.

Estos sentidos básicos están íntimamente conectados entre ellos y forman conecciones con otros sistemas del cerebro. A pesar de que estamos menos familiarizados con estos tres sistemas sensoriales que con la visión y la audición, estos son críticos para nuestra supervivencia y nuestro desarrollo armónico. La inter-relación entre sentidos es compleja, pero básicamente nos permiten experimentar, interpretar y responder a diferentes estímulos del medio ambiente, de manera de interpretar una situación en forma correcta y poder emitir una repuesta apropiada.


En general la disfunción dentro de estos tres sistemas se manifiesta de muchas maneras. Un niño puede tener una respuesta hiper o hipo-sensitiva al input sensorial. El nivel de actividad puede ser inusualmente alto o bajo, un niño puede estar en movimiento constante o fatigarse fácilmente. Además, algunos niños pueden fluctuar entre estos extremos. En general el niño tiene dificultades en el "filtrado" de la información que le llega de sus sentidos, para decidir a que responder y que estimulos ignorar y por lo tanto aparece desorganizado y fuera de sincronía con su medio ambiente. Los problemas en la coordinación motora gruesa y/o fina también son comunes cuando estos tres sistemas son disfuncionales y pueden observarse retrasos en el habla, el lenguaje y un bajo rendimiento escolar.

En cuanto a la conducta, el niño puede tornarse impulsivo, distraerse fácilmente y mostrar una falta general de planeamiento en su conducta.

Algunos niños pueden tener también dificultades para ajustarse a situaciones nuevas y pueden reaccionar con frustracción, agresión, retraimiento o en forma estereotipada.

La evaluación y tratamiento de las disfunciones de integración sensoriales es realizada por una Terapista Ocupacional entrenada especificamente en este campo. Los objetivos generales de la terapista son:

1) proveer al niño con información sensorial que lo ayude a organizar su
sistema nervioso central.
2) asistir al niño a inhibir o modular la información sensorial.
3) y asistir al niño a procesar una respuesta al estímulo sensorial más
organizada.

Cuando el tratamiento de integración sensorial es exitoso, la persona es capaz de procesar información sensorial compleja en una forma más efectiva.
El mejoramiento se observa en una respuesta motora mas coordinada y eficiente y una adecuada respuesta a experiencias sensoriales que antes provocaban un reaccion desmesurada o ineficiente. Por ejemplo ahora el niño será capaz de tolerar que le corten el pelo o las uñas, sin llorar y/o replegarse aterrorizado. O podrá disfrutar de que le canten la canción del feliz cumpleaños sin taparse los oidos o parecer molesto y perturbado. Estos niños también podrán demostrar progresos en el desarrrollo del lenguaje y en la escuela. Además se observará respuestas más apropiadas en relación al medio ambiente y esto llevará a un mejor ajuste emocional y a un incremento de las habilidades sociales y personales y/o mejoramiento de la confianza en sí mismo. Teóricamente cuando el sistema nervioso de una persona comienza a funcionar eficientemente, el individuo aparece mejor organizado y más seguro de sí mismo porque puede ahora interpretar al mundo externo apropiadamente y  con exactitud.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Vivimos como nos movemos

Nos movemos de incontables formas: en diferentes intensidades, dinámicas, direcciones, velocidades y con distintos fines. Hay todo tipo de movimientos: grandes, internos, evidentes o invisibles. Hay movimientos de digestión, de ojos; movimientos bellos, gestuales, rítmicos, únicos, elegantes, torpes, fuertes, espontáneos, ligeros, alegres, ruidosos, amorosos, pesados o silenciosos. Existen los movimientos de la respiración que varían según la actividad y que acompañan todas nuestras acciones. Hay movimiento cuando uno canta, llora, piensa, calcula, duerme, se despierta, nace e incluso cuando uno muere. En pocas palabras: el movimiento está omnipresente en nuestra vida. Donde no hay movimiento no hay vida.
Como un gran director de orquesta, el sistema nervioso organiza constantemente los movimientos. Así como las notas de una obra musical comienzan a tener sentido cuando el compositor las agrupa según cierto orden, nuestro sistema corporal lo consigue con nuestros movimientos a través de patrones funcionales.







La Punta del Iceberg

Cada patrón se aprende con un fin específico y como resultado de un proceso de aprendizaje. Su forma y eficacia dependen tanto de este proceso como de la estructura de la persona, las influencias familiares, sociales, culturales, emocionales... Y aunque existan similitudes y bases orgánicas comunes, el modo de moverse de una persona al realizar determinada función es tan característico como su huella digital. Es posible reconocer a alguien a mucha distancia solo por su forma de caminar.
Cada movimiento visible viene a ser la punta del iceberg de un proceso neurológico sumamente complejo. Al principio de este proceso hay un impulso, una intención. Por eso existe un fin o una función determinado en el movimiento.
La mayoría de personas se mueven de manera más o menos satisfactoria hasta que comienzan a sentir molestias o dolores por un mal uso del cuerpo. Normalmente supone el primer paso de un camino en busca de solución, a menudo frustrante y costoso, que comporta tanto alivio temporal como recaídas. Podemos creer entonces que nuestro destino es vivir así y nos resignamos, con lo que renunciamos a la posibilidad de vivir con más vitalidad. O simplemente atribuimos la buena calidad del movimiento de otras personas a su juventud, sus genes o su buena estrella.


Sin embargo, la forma de moverse de una persona no es inamovible. El sistema nervioso puede reconfigurar nuestros patrones en cualquier momento, al margen de la edad o el estado de salud. Uno de los aspectos más considerados en los últimos años por la ciencia ha sido justamente la plasticidad del sistema nervioso, capaz de muchos más cambios de lo que se creía hasta hace poco. Numerosas técnicas psicocorporales se crearon buscando soluciones a problemas concretos de salud. Así sucedió también con el método Feldenkrais.
Moshe Feldenkrais (1904-1984) se había doctorado en ingeniería mecánica y física en la Sorbona. En 1933 fue el primer europeo en obtener el cinturón negro de judo y también fundó el primer club de judo en Francia, a sugerencia del creador de ese arte marcial, Jigoro Kano.
Pero un día padeció una grave lesión de rodilla jugando a fútbol y los médicos no le pudieron garantizar la plena recuperación. A partir de ese momento comenzó a intentar curarse él mismo. Su espíritu científico y su formación en artes marciales orientaron sus investigaciones hacia el movimiento más armónico y eficaz. Hacia 1960 decidió hacer público su método y organizó estancias de «Autoconciencia a través del movimiento» en pequeños grupos. El método Feldenkrais ofrece la oportunidad de explorar por uno mismo los propios movimientos y descubrir nuevas posibilidades. Las secuencias de movimientos –existen miles– se realizan con suavidad y principalmente en el suelo. Se trata de giros, desplazamientos, pequeños gestos de coordinación, que tienen algo de inesperado y varían la pauta de movimientos interiorizada a nivel cerebral. Cada persona aprende a juzgar lo que es adecuado y cómodo para ella. 




Moverse desde el Centro

Los ejercicios, tanto si son exquisitamente lentos como intensos, se realizan sin tensión ni esfuerzo. A menudo no hay un objetivo real que alcanzar, pues eso puede generar crispaciones interiores. La intención puede ser simplemente tomar conciencia de «cómo» se hace. En palabras de Moshe Feldenkrais: «La fatiga y el esfuerzo no aportan nada a la calidad de la ejecución del movimiento». En contraste con la gimnasia repetitiva y mecánica, el método Feldenkrais se enfoca más al sistema nervioso que a los músculos. 
A partir de movimentos simples, ayuda a las personas a tomar conciencia de sus potencialidades para experimentar lo que significa la libertad de un cuerpo feliz de moverse y de sentirse con libertad de elección en cada situación de la vida. Percibimos las zonas más activas del cuerpo, mientras las partes mudas suelen ser las que generan molestias. Según Feldenkrais, tendemos a ser conscientes de las partes superiores y anteriores y menos de las inferiores y posteriores. 
El objetivo es que la persona amplíe la percepción a todo el cuerpo, a las articulaciones, a la estructura esquelética y también al estado mental, a los sentimientos y emociones. La pelvis debe poder moverse en todas direcciones alrededor del centro de gravedad del cuerpo, como una esfera alrededor de su centro. De ahí surge el impulso que sigue el conjunto del tronco y la cabeza. Para Feldenkrais, es correcta cualquier postura o acción en la que el esqueleto anula el efecto de la gravedad. Y aunque los músculos nos «perdonan» nuestros errores posturales, de hecho deberían cumplir lo menos posible la función de sostén a fin de estar libres para la acción. 

Una reeducación cerebral

La gran aportación de Feldenkrais es haber establecido las correlaciones entre las formas de aprendizaje y el funcionamiento del sistema nervioso. El córtex motor incluye conexiones y células nerviosas directamente relacionadas con músculos que producen movimientos específicos. Si los patrones de movimiento no cambian nunca, estas regiones del cerebro permanecen ancladas en esquemas fijos. Pero la activación sensorial, a través de la utilización consciente del sistema muscular, desarrolla las capacidades de aprendizaje del cerebro.
Las posturas del método Feldenkrais suelen ser insólitas a fin de cambiar el esquema habitual. Para liberar al sistema nervioso de sus lastres y explorar nuevas posibilidades hace falta tiempo. 
En general, un solo concepto importante por sesión puede bastar. En los ejercicios individuales, las  intervenciones del experto tienen como objetivo proporcionar al individuo una mayor eficacia gestual y ahorrarle tensiones y movimientos innecesarios. 
Tomar conciencia de la rigidez, de la falta de libertad en el movimiento y reencontrar posibilidades que acaso se perdieron en la infancia es uno de los objetivos. Cuando el aprendizaje está bien integrado, se puede mejorar progresivamente y aplicar sus hallazgos a numerosas esferas vitales. (Articulo escrito originalmente por Philipp A. Unseld y Cuerpomente)